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| Marciano, por el Pequeño Sol (oct 2013) |
Ingredientes
(ajustar
las cantidades y cualidades a la obtención de la refamilia deseada; las
cantidades de cada ingrediente variarán a lo largo de la vida de la refamilia)
- Una medida de Ella: mujer de 34 años descasada desde hacía año y medio, con dos hijos. Ya había pasado el duelo del divorcio y empezaba a ser nuevamente Ella, con un recién estrenado trabajo conseguido a golpe de estudio contra viento y marea. Sus soles son las luces que la habían guiado y sostenido por todas las tinieblas pasadas. Como madre, su preocupación última es enseñar a sus hijos a ser felices, por ellos mismos y por encima de las circunstancias, a disfrutar las pequeñas cosas del día a día y a buscar el aprendizaje en sí mismo, siempre respetando y cuidando de los demás. El resto no es lo primero y ya vendrá.
- Una medida de Él: hombre de 38 años con un año de ventaja en su estado civil de divorciado, pero aún con camino por recorrer, padre de dos hijas. Centrado en su trabajo y sus niñas, terminaba un Máster que iba favoreciendo su crecimiento personal. Su generosidad personal y entrega le hace valedor del apelativo “bueno” entre sus compañeros, aunque a veces aparece “el talibán” cuando no logra hacerse con la situación. Como buen ingeniero, casi todo es medible y susceptible de encaje en algún cuadrante, poco amante de la sorpresa y defensor del control.
- Una pizca de Primer Sol: por esas fechas un niño de 5 años y medio, cariñoso y responsable. Con baterías de preguntas que siempre tienen una respuesta acorde a su edad, tiene muy clara su vida y no se deja influir por el qué dirán (fue el primer niño en ir a danza en el cole). Es muy reflexivo y maduro y su hermano es su mejor complemento, siempre juntos. Es “el guapo” y lo sabe. Tanta perfección provoca que en ocasiones adolezca de un poco de suficiencia.
- Una pizca de Segundo Sol: con 3 años y medio en aquellos días, es la alegría y el trasto de la familia. De inteligencia rápida e imaginación portentosa, tiene una sonrisa para todo el mundo; fiel seguidor de los dictados de su yo, ha desquiciado a más de uno. Futuro ganador de un Óscar a la interpretación, es fan número uno de su hermano mayor. Es “el salao” y lo aprovecha.
- Una pizca de Estrella Mayor: por aquel entonces a punto de cumplir los 7, es la rebelde de un sistema no parametrizado para ella: creativa, artística, magnífica narradora, no soporta los deberes y otros lastres. Durante mucho tiempo princesa, vadea como puede el destrone. Generosa como su padre, tiene casi siempre un pensamiento para los demás. A veces necesita un empujoncito para emprender nuevas aventuras.
- Una pizca de Estrella Menor: 3 años recién cumplidos, traviesa, pizpireta, capaz de arrancarle una sonrisa al más pintado. Busca la atención de su hermana mayor pero no siempre lo consigue. Con un sentido del humor impropio de su edad, siempre te queda la duda de si va en serio o eres víctima de sus encantos.
Preparación
Para la base inicial
Se inicia una relación entre
personas adultas, con kilos de experiencia a sus espaldas y una cierta
intuición de lo que se quiere y lo que no. Es preferible que se tenga la
fortuna de encontrar a quien nos complemente, como alma y como proyecto de
vida, y en lo que no ayuden los hados, añadir a la receta grandes dosis de
tolerancia, generosidad y empatía. Todo lo que merece la pena, requiere un
esfuerzo.
En el momento de la preparación de
la base no se piensa en el plato final, sino que se los ingredientes se
dedican, principalmente, a saborearse y disfrutarse. Si la base no fragua
adecuadamente, se resquebrajará al añadir el relleno.
Para el relleno
Una vez se tiene claro el relleno
deseado, se inicia su preparación, a fuego lento, despacito para que vaya
cuajando en el más pausado de la relación, pero lo suficientemente vivo para
que no desespere al más impaciente. La vida tiene tiempos que son más sabios
que los tiempos de las personas.
Dada la delicadeza de los
ingredientes a incorporar, hay que ir introduciéndolos poco a poco en la
receta, especialmente si están en diferentes grados de maduración,
evitando las etiquetas y dejando que se relacionen, se conozcan y se quieran de
manera natural.
De esta forma, las pizcas irán
cobrando protagonismo en la receta, y pedirán homogeneizar la mezcla, queriendo
pasar cada vez más tiempo juntos, entre ellos y con los ingredientes
primigenios.
En ocasiones, se pueden mezclar ingredientes
primigenios con un grupo de pequeños ingredientes pero no con el otro, para ir
forjando vínculos necesarios para el buen fin de la mezcla. En ningún caso hay
que descuidar la maduración de los ingredientes iniciales, que deben mimarse y
construir su propia relación.
Para la cobertura
Una vez conseguida la mezcla
óptima y madurados todos los ingredientes para que estén a la sazón, se vuelcan
en un molde apropiado, ni demasiado grande, ni demasiado pequeño. Téngase en
cuenta que con los ingredientes mezclados, se obtendrá un plato que realzará
las propiedades de cada uno, y subirá la mezcla en el horno. A partir de este
momento, el plato preparado será el que los ingredientes construyan para sí, y
recibirá el nombre de refamilia.
¡A disfrutar y chuparse los dedos!
Nuestra receta lleva cociéndose
dos años y poco, y llevamos en el mismo molde casi medio. Me inventé el término
un día, cansada de explicar que éramos dos familias juntas, una
“requetefamilia”, y como ésa, inventamos cosas todos los días, para construir
algo que no tiene manual, como casi nada en la vida. Todos nos hemos adaptado a
nuestra nueva realidad, creciendo. Somos los seis muy distintos y buscamos la
fórmula que nos complemente y enriquezca a todos y, de momento, nuestros pasos
nos llevan por el camino de la felicidad del día a día, que es el que lleva a
la Felicidad.
En otras entradas iré desgranando
la receta para que se entienda ;)

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